La novia es protagonista del momento y el novio cede esa parcela consciente de que por mucho que el mundo cambie, hay cosas que siempre seguirán igual. El novio, asumido su papel de coprotagonista, no tiene otra opción que aportar lo mejor de sí.
Personalidades diferentes pero un mismo hilo conductor, el amor. Y es que hay que reconocer que nos gustan las bodas, nos emocionan, nos reconcilian con uno de los ciclos de la vida. Puede que sean las celebraciones más justificadas y profundas que pueda haber porque se ensalza el AMOR. Y perdón, si digo que no hay ni un minúsculo ribete cursi de princesita del siglo XXI sino todo lo contrario. Pensadlo. Se trata de una energía profundamente generosa, fecunda; el estado más cercano a la unión con el universo es cuando nos estremecemos de amor por alguien, ya sea un novio, un marido, un hijo...Es por eso que quien diga que al menos una vez no ha pensado en llorar de felicidad acercándose al altar, miente descaradamente.
Los novios que se deciden en dar el "sí, quiero" lo saben aunque esté a veces en el subconsciente de cada uno. Con estas pistas y los detalles que todos sabemos podemos avistar a unos novios que se casan. Y cuidado, porque se contagia.
